Se trata de la solución extrema. Consiste en extirpar quirúrgicamente la última falange de cada dedo del gato con la uña correspondiente para evitar que esta vuelva a crecer. Es una operación bastante doloroso para el gato, Y aunque se utilicen analgésicos después de la operación para mitigar el dolor hay que pensárselo dos veces antes de decidirse a extirpar las uñas de un gato.
La razón principal es que el animal se quedará para siempre sin defensa frente a un congénere y será incapaz de trepar a los árboles si algún día debe vivir en el exterior.