El gato vive obsesionado por la limpieza. Su pelo es brillante e inodoro. Constantemente se lame para mantenerlo impecable, pero este lamido puede comportar un riesgo para su salud, especialmente en las razas de pelo largo, con la obstrucción del tubo digestivo por la bolas de pelo que forman. Humedeciéndose el cuerpo con saliva varias horas al día, ingiere gran cantidad de pelo que forma en su estómago unas bolitas que le ocasiona obstrucciones muy dolorosas, que Incluso pueden causarle la muerte.
Podemos remediarlo administrándole periódicamente una cucharada de aceite, observando su efecto sobre las heces. Es conveniente cultivar en un tiesto a su alcance hierba verde, la venden en todos los establecimientos del ramo, que el consumirá a modo de purgante natural. Y, finalmente, un cepillado frecuente que arrastre el pelo muerto y desprendido minimizará los riegos. Un gato sólo abandona su limpieza cuando se encuentra gravemente enfermo.
