Esos dueños desesperados no pueden cepillarles porque les gruñen o muerden o intentan defenderse como «fieras» cuando les toca la revisión con el veterinario ¿qué se puede hacer para arreglar estos problemas?, ¿qué hacer para prevenirlos a tiempo? He aquí algunos datos a este respecto.
Desde cachorros
Las lecciones básicas comienzan en la infancia», esta máxima es una gran verdad en la tarea cotidiana del aseo canino. Lo que ocurre es que se suele fallar desde el principio, haciendo que el cachorro se defienda y se irrite con todo aquello que suele significar mantenimiento de la higiene: limpieza de oídos, corte de uñas, baño (lo más terrible), o el simple cepillado con sus artilugios de tortura (según lo ve el cachorro).
La solución pasa por usar la lógica natural, algo tan simple y tan poco habitual por desgracia. Para ello, debemos hacer del aseo algo gradual (no dejarlo «níquel» en una sola sesión), de modo que cada sesión diaria sea un «aprendizaje» práctico para la siguiente sesión. Realizar el aseo con el cachorro. Cuando está cansado esta tarea suele dar muy buenos resultados. Y, por último, toda la sesión debe ser tranquilizadora y gratificante.