Un perro de asistencia cumple múltiples funciones. De un lado están las ayudas concretas para las que fue convenientemente educado, del tipo de apagar y encender luces, abrir y cerrar puertas, marcar una llamada telefónica de emergencia en un aparato telefónico especialmente preparado para ello, empujar o tirar de una silla de ruedas, abrir cajones y armarios y sacar de su interior el objeto que se le pide y otro montón de acciones útiles para la vida cotidiana del minusválido.
También se están dedicando con notable éxito a auxiliar a los enfermos que padecen ataques de epilepsia, tanto en su empleo como perros de alerta que reaccionan antes de la llegada del ataque como en el de perros de ataque que deben actuar protegiendo al enfermo cuando éste se encuentra en pleno ataque de epilepsia. De otro está su apoyo psicológico, pues hace ya más de una década que se ha comprobado los efectos beneficiosos de una mascota afectiva (perro y gato) sobre la salud mental y física de sus poseedores. Son mascotas hogareñas, dulces compañeros en las horas de abatimiento o tristeza, nunca nos desengañan ni nos hieren con comentarios inapropiados.